De jovencillo iba de excursión de vez en cuando con los amigos a un paraje natural al que estaba prohibido el acceso. El dueño de una finca de secano había colocado una cadena en el camino por el que también se accedía a ese paraje, y lo vigilaba celosamente. Nosotros no hacíamos caso y saltábamos la cadena. Cuando nos sorprendía, nos perseguía lanzándonos piedras y maldiciones.
Unos 30 años después, estando ya destinado en Cartagena, me acerqué un día hasta el lugar, llegué hasta la cadena y, para mi sorpresa, salió el mismo hombre. Le dí un poco de conversación, y me quedé perplejo al comprobar que, 30 años después, seguía anclado a la misma misión.
Sentí que tenía que escribir algo sobre ello, y salió esta cancioncilla.
El tío de la cadena
Un río sin fin, un río que pasa,
un río de gente, que pasa,
por la puerta de su casa.
Caminando, en bici, o en motico
Paseando, felices campo.
Anda, que anda, que anda.
¡Anda, una cadena!
¡Nch! ¡Nch!
¡Nch! ¿Quién..? ¡Nch! ¿Por qué…? ¡Nch! ¿Pa qué…? (x2)
La cadenica. Cortando el rollo. Cortando el paso.
Este camino es mío, que pa eso lo hice yo.
Me costó muchos cuartos, pa que ahora vengas tú, y tú, a comerte mis
almendras, mis higos, mis uvas, a pisarme los bancales, a sentarte a la
sombra de mis garroferos. ¡Uy! qué picnic más chuli ¿no?
Caminos para todos, caminos para todos, caminos para todos.
Caminos, caminos, caminos, para todos, y para todas.
Este camino es mío, lo corto porque quiero.
Este camino es mío, y aquí no pasa ni dios, sin mi permiso.
¡Tic, tic, tic! ¡Niiinooo, niiinooo!
Señor agente, señor agente, señor agente, que pase la gente.
Señor agente, señor agente. (Sacando el paso)
Jefe, ¿a donde
se cree que va esta gente?
Tranquilidad, tranquilidad,
usted y usted, déjenme el carnet.
Tranquilidad, tranquilidad.
Después veremos quién tiene razón.
Lo principal es no formar follón.
Un río sin fin, un río que pasa.
30 años pasó, encadenado,
a su propia cadena,
y a su parte de razón.
Y mientras la vida pasaba.
Ni una alegría se daba.
Con un ojo abierto dormía.
Soñando que se metían, en lo suyo.
Regado en sudor despertaba, y en la oscuridad,
acariciaba la llave,
echaba una sonrisica,
y a seguir roncando.
30 años en soledad, guardando su propiedad,
30 años de sobriedad, sin felicidad,
y con fecha de caducidad.
Entonces llegó su heredero,
un tipo muy dicharachero.
Analizó aquel conflicto,
se vio que era un tío mu listo.
Montó un barecico apañao.
Echó la cadena pa un lao.
Una terracica, y buenas tapicas.
Y un merendero, en los garroferos.
Pero su padre no estaba contento.
Le costaba asimilar
que era de tío de la cadena,
y ahora ná de ná. (x2).
Con el bar a reventar
su padre se echó a llorar.
“Lo siento, lo siento, lo siento.
Os pido a todos perdón.
Lo siento, lo siento, lo siento.
Perdón por mí cerrazón.”
Este camino era mío.
Ahora es vuestro también.
Ya no diré ni pío.
Sólo pido respeto.
(x2)
Lo siento.
Os pido perdón.
Gracias.
Os amo.